viernes, 18 de mayo de 2007

El monstruo Walmartiano está cada vez más cerca

En artículos anteriores hemos hablamos de que cagamos (más bien sólo lo intentamos) porque a lo largo de la historia nos han cagado; ahora se podría decir que llevamos esto al plano concreto. Walmart, la cadena de supermercados gringa que nos suena tan lejana, tan de norteamérica, está tocando a la puerta en nuestros alrededores, de hecho lo único que hace que el monstruo económico se mantenga lejos de nuestro chilíto es la cordillera. La cadena estadounidense funciona bajo la misma filosofía de “precios bajos siempre” que LIDER, de hecho es la versión perfeccionada de nuestro pequeño monstruito económico (que ahora se unió con Falabella). A parte de explotar a los empleados con sueldos mínimos y contratar inmigrantes ilegales para pagar menos, Walmart tiene sus propias marcas de productos, las cuales para abaratar costos son producidas en Bangladesh y en China pagando 17 centavos la hora y menos de tres dólares al día (pero día entero), respectivamente. Pero la desfachatez no para ahí, ya que al instalarse en los pueblos lleva a la quiebra a todos los negocios colindantes, ¿cómo competir con precios tan bajos?. Seguimos. Los trabajadores desempeñan su labor sin ninguna seguridad, por lo cual están constantemente expuestos a delitos. Este megamercado (la palabra “super” me queda chica), además no cuida el medio ambiente y deja caer desde sus estacionamientos a lagos cercanos desechos tóxicos que acarrea la lluvia. Las instalaciones de inmensas proporciones son abandonadas en los momentos en que se ven en problemas con los convenios firmados con las ciudades, dejando kilómetros y kilómetros botados de infraestructuras inservibles. La fortuna de la familia que está detrás de esto (cerca de los US$60 billones), es utilizada para fines políticos y en ningún caso para sus propios empleados, propinando cerca de 3 millones de dólares en campañas electorales y sólo 6.000 dólares en beneficencia para accidentes laborales. Como dijimos anteriormente, lo único que hace de frontera entre el mal encarnado en el capitalismo y nuestro país (que tampoco es un paraíso), es la cordillera, por lo tanto ya se infiere que Walmart está en Argentina, y no con dos o tres megamercados, si no que con el no despreciable número de 29. Quizás por no llevar mucho tiempo en Sudamérica (Brasil también tiene las malditas infraestructuras de maltratos laborales) los abusos a los 5.200 empleados no son tan desvergonzados o simplemente no han sido graficadas tan magistralmente como en el documental inspirado en los megamercados de Estados Unidos “The high cost of low price” (El alto costo de los precios bajos), sin embargo ya existe mucha disconformidad entre los trabajadores argentinos debido a como los trata este engendro económico, mal que mal, son diferentes localidades, pero la filosofía de ahorrar sin importar cómo, se mantiene alrededor de todo el mundo (Walmart tiene más locales distribuídos por el mundo que Estados Unidos bases militares).
“Wal-Mart se ha construido sobre la base de principios y valores clave. Como fundamento de nuestra filosofía, trasladamos a todo lo que hacemos, la creencia de que nuestra gente hace la diferencia. Esto quiere decir que se valora a cada persona como ser humano y se entiende que cada individuo tiene valor intrínseco, sin importar cuál sea su condición”. Esta declaración de recursos humanos, sacada de la página oficial de Walmart Argentina, contratasta con todo lo dicho anteriormente del modus operandi de la cadena. Lamentablemente, todo lo dicho anteriormente no son son juicios de valor nuestros, ojalá esos abusos no existieran, pero son datos corroborados, y graficados en entrevistas a vapuleados empleados en China, Bangladesh, Estados Unidos, entre otros.
Debemos preocuparnos, porque la tónica de la empresa es la expansión y ser cada año la empresa más exitosa en ganancias. Además en Chile, uno de los países con mayor libertad de comercio según estudios mundiales, y además de ser un paraíso para inversiones extranjeras por las pocas trabas que ponen, lo más seguro es que llegue, y si no lo hace, sabemos muy bien que hay un suplente esperando su lugar, el cual ya empezó a calentar para salir a la cancha con frases como “una pequeña ayuda siempre” y una voz satánica de fondo gritando “ye, ye, ye”.
No sé si para reír o llorar. Declaración de Recursos "Humanos" de Walmart Argentina
http://www.walmart.bumeran.com.ar/aplicantes/home.ngmf



Por José Morgado

jueves, 10 de mayo de 2007

Sí que somos campeones mundiales

El ministro Cortázar cifró en 30 millones de dólares el déficit económico que dejó el transantiago durante el mes de abril, principalmente producto de la evasión al pago del pasaje, claro, la gente se está apretando clandestinamente por las puertas traseras de las micros, los colados en cantidades enormes se filtran por recónditos lugares con tal de ahorrarse esos valiosos pesos.

Si en el mundo se premiara el aprovecharse de momentos precisos para obtener beneficios propios, los chilenos, sin lugar a dudas, estaríamos en el podium, porque cada oportunidad que se nos presenta se recibe como si fuera la última, sabemos ciertamente del daño y la pérdida que estamos causando, pero hay una pequeña cuota de satisfacción que permanece en nuestro interior.

Ese depredador atento a atacar en cualquier momento se personifica diariamente en distintos ámbitos de nuestra vida, para adentrarnos a este tema sólo cabe recordar la connotada vieja de la mesa que disfrutó de sus 15 minutos de fama durante las movilizaciones estudiantiles del pasado año, por lo tanto la situación que se vive hoy con el transantiago no es una mera coincidencia, si no que responde a un extenso currículum que se desarrolla a lo largo de nuestra historia y de la independencia como país.

Creo firmemente que estas prácticas truchas se aplican desde que uno tiene noción de las cosas, cuando pequeño y existe la posibilidad de poseer cosas en forma gratuita, como globos, o las famosas cajas sorpresa, con las figuras de plástico en su misterioso interior, es posible encontrarse con el agente que pretende apoderarse de más de una sorpresa para ostentar de aquel maravilloso deleite. O cuando se reparten dulces, todos hacen lo posible y lo imposible por conseguir la mayor cantidad de caramelos, por supuesto que el balance son caries seguras por los próximos dos meses.

Lo más extraño de estos actos, es que son verdaderas pequeñeces, a veces ni siquiera se notan, pensar simplemente en el trabajo, ya es descubrir miles de estos mini delitos, como la sustracción de hojas de oficio, clips, pegamento, gomas, lápices, gorros, poleras, encendedores, estuches, mochilas todos con logotipos de la pega, y un sinnúmero de muchos otros extravagantes y raros artículos que al final no son de mucha utilidad, además para qué mierda se necesita tantos.

Es tan normal de nosotros la conducta del “caga no mas”, es tan chilena, tan nuestra que la proyectamos, la adoptamos como uno de los tantos juegos típicos chilenos, como el emboque, la rayuela y el volantín. Es uno de nuestros pocos comunes denominadores que forman parte de nuestra desconocida pero innegable idiosincrasia.

Realmente todos creemos que esas pequeñas oportunidades cumplen con nuestra dulce venganza, pues tantas veces que los profes nos han partido, los jefes nos han cagado, las empresas con los altos precios, el impuesto a todo más si se trata de la cultura, los libros, la música, los juguetes, la ropa, los útiles escolares, la comida, el copete, la bencina y tanta mierda más que nos siguen metiendo y cagando unos pocos señores de infladas billeteras importadas.

Por todos estos martirios, pensamos que los cagamos de vuelta, pero creo que verdaderamente nos estamos cagando entre nosotros. En el banco, en el supermercado y en cualquier otro negocio, si a la hora de pagar nos damos cuenta que salimos ganando y nos llevamos a casa más dinero del presupuestado o simplemente nos estamos llevando cosas gratis, por un descuido del vendedor, después de llegar a nuestro hogar y sentarnos en nuestro sillón de pensar, afirmamos que le devolvimos la mano a los mismos que nos estafan a diario y claro, se presenta la cuota de satisfacción: “al que me está jodiendo la vida, yo se la jodí un milímetro”, pero que equivocados estamos, porque al que realmente cagamos fue al cajero o la persona encargada de vendernos lo que queríamos, y a él es a quien le descontarán de su sueldo (acorde al de la mayoría), lo que no pagamos nosotros y llegará a su casa con un enorme odio, que servirá para perfeccionar su afán de cagar, y así la rueda seguirá girando y se sigue con el transantiago, con el estado y con todos.




Por Herman Villagrán

jueves, 3 de mayo de 2007

Peor es na’




Pónganse ustedes, una mano en el corazón y ¿qué prefieren, lo de antes o lo de hoy?





“Es mejor que nada”, “¿Acaso no vieron como vivía antes esa gente?, ahora tiene al menos un techo”, “Si lo comparamos con lo de antes....” bla bla bla y más blabla. Todo lo dicho anteriormente, junto con el título (cita del ex Presidente Lagos) es el argumento más chanta que se ha escuchado a lo largo de la historia política. Sin embargo, no es un argumento de una sola persona, que Lagos no se sienta con el derecho de autor que le puedo quitar, TODOS los políticos y TODOS los gobiernos trabajan bajo el amparo de la ley “Es mejor que nada” . Ahora fue el transantiago y el ex mandatario, antes fue con las casas chubi y muchísimo tiempo atrás fueron las reformas agrarias insuficientes de Frei Montalva. Siempre a el chileno se le ha intentado convencer de que en realidad no merece nada, que mejor agradezca la reforma que se está haciendo en su favor, aunque sea poco e insuficiente, da lo mismo, que agradezca que le llega algo y que agradezca que estará mucho mejor que antes de que fuera intervenido. Es por esto, tal vez, que la gente es reacia a las protestas o a cuestionarse las cosas (salvo exepciones, me refiero a una mayoría), por que constantemente está recibiendo este mensaje, que por muy chanta que sea y por muy contradictorio que sea con sus planteamientos en campaña, la gente lo va creyendo, o lo iba creyendo. Por ahí Goebbels señalaba “Miente, miente, que algo quedará”.

Digo “iba creyendo” porque tengo fe en que tarde o temprano podamos salir del letargo en el cual estamos inmersos desde hace un buen tiempo, y podamos pedir, no pedir, ¡exigir! lo que merecemos, ya que no estamos pidiendo por que sí, ni tampoco nos estamos quejando de lleno, las cosas están mal: Hay una desigualdad abismante, de las peores mundiales (aunque seamos país Top en índices de países con mayor libertad de comercio), tenemos una educación paupérrima, con colegios miserables tanto en infraestructura como en lo académico, las universidades se reproducen como hongos y nadie analiza la calidad de estas (para que estamos con cosas, la CNAP vela por algo económico), hay gente que sigue en tomas, hay delincencia, hay drogadicción, entre muchas cosas más, y la gente que debe hacer algo por nosotros recibe un sueldo que sale de la plata de los impuestos de los mismos que necesitan la ayuda. Algún día, tal vez más temprano que tarde, analizaremos los sueldos de Diputados y Senadores, analizaremos cuánta plata se va directamente del cobre a la armada (10% directo del cobre, ¿no es como mucho lucho?), nos cuestionaremos si de verdad el país está en condiciones de ahorrar los excedentes del cobre (se estipula que serán cercanos a los 30 mil millones de dólares en el 2008) y luego de pensar, si es que nos da el tiempo, tomando en cuenta que vivimos sólo el presente y estamos sometidos a un mundo que va a exceso de velocidad por todas sus pistas, en todo lo que hay, en todo lo que no se nos da y que nos corresponde, escucharemos por la tele ese clásico “Es mejor que nada” (más enchulado, o versión 2.0) y lo único que pensaremos será: Me paso por la raja ese argumento, me corresponde más. Y puede que ahí realmente se genere una explosión social, o mejor dicho en lenguaje de La Cuarta: Va a quedar la gran cagada.




Por José Morgado