Chile se disfraza de Halloween

En nuestros días es prácticamente inevitable chocar de frente con esta polémica fecha, además es increíble la forma sigilosa que posee para involucrarse en nuestro calendario, pues sin ningún pudor, ni filtración, ni chilenización, nos sacamos los ponchos y las chupallas y mandamos todo al olvido porque en la noche de este 31 de octubre, lo queramos o no, Habemus Halloween.

La tradición de origen Celta que en un comienzo era de exclusividad en países anglosajones, llegó a Chile (recuerden a la tía Raquel Argandoña en Pelarco), y al igual que muchas otras importaciones se implanta como se presenta, es curioso cuando se piensa que esta fecha se distancia enormemente de las verdaderas costumbres de nuestra identidad latinoamericana y más raro es ver cómo, además de los niños, disfrazan estas nuevas tendencias con la máscara de globalización. Para explicar esta distorsión cultural puedo citar unas palabras del escritor mexicano Octavio Paz cuando dice que “adoptamos y no adaptamos”, esta frase explicaría en cierta medida por qué hoy no es para nada raro ver por las calles a muchos y muchos niños con disfraces diabólicos, cadavéricos y monstruosos corriendo para pedir dulces en todas las casas.

La real problemática se presenta cuando uno trata de negar la celebración a los niños cercanos a tu hogar, o en el caso de los que son padres, negarle a sus propios hijos la posibilidad de pasarla bien con sus amigos, además ellos no tienen una noción muy formada de lo torcido que es Halloween en Chile, porque sinceramente es como decir que hay nazis en nuestro país y son de piel morena, o ver la palabra “popular” en la consigna de la UDI, o más descabelladamente ver como los “niños” políticos se disfrazan de alianzistas-bacheletistas y humanistas cristianos, pero no para tener más dulces, sino para tener más votos, y la pregunta ¿dulce o travesura? Se cambia en la urnas por: ¿Concerta o derecha?

Esas son las inteligentes contradicciones del modelo económico neoliberal, que convierte todo en un negocio y no se le escapa nada, sin importar consignas políticas, pues a la hora de ganar billetes, se va todo al olvido, y los grandes nacionalistas se tragan sus palabras para lucrar con modas foráneas. La contradicción más evidente es la transformación de la imagen del revolucionario Ernesto Che Guevara a un ícono pop que está entre los más vendidos del mundo, esa es la intención económica para generar más dinero y a la vez olvidemos los fondos, y pasemos a ser meros consumidores de las formas, porque con tal de inflar más su cuenta corriente, el lobo, sin ninguna duda, se disfraza de oveja.

¿Qué hacemos? Difícil pregunta, pero creo que la inteligencia del modelo es digna de copiar, como estudiantes, trabajadores, pobladores y participantes sociales, debemos aprovechar los espacios que hay y las formas que nos entrega el sistema para generar conciencia en áreas alternativas que representen e identifiquen concretamente nuestra tan cuestionada ideasingracia chilena, porque es preferible una noche de brujas chilensis a una imitación de cuarta.

Por Herman Villagrán Valero